jueves, 24 de febrero de 2011
Sin opciones
El viento sopla con fuerza, disipando lentamente una gran nube de polvo, todo lo que puede verse son escombros, por todos lados, restos apenas reconocibles de lo que antaño fueron edificios, hospitales, escuelas…ahora todo en ruinas. Entre los vehículos calcinados y los restos del combate, un hombre tumbado…inmóvil, su mirada yace perdida, de sus heridas en brazos y cabeza se aprecian pequeños hilos de sangre, pero no lo son porque la herida sea leve, sino porque la ciudad al igual que él ya ha dado todo lo que podía dar de sí, no queda más sangre ni nada más por destruir. No se sabe quién es, ni se sabrá que hacia allí o porque luchaba, si realmente deseaba estar allí, o si realmente merecía la pena hacer lo que hacía. Muchas veces la vida transcurre rapidamente sin pensar ni parar ni un momento casi como si fuera por inercia...y cuando piensas en todo...quizá en el último momento se arrepintió, pensó que no merecía la pena matar a otros, por algo que posiblemente no creyera o que no fuera tan importante, quizás hubiera merecido la pena otra vida, para poder pasar más tiempo con su familia o sus amigos, haberse despedido de ellos, o simplemente no tener que hacerlo, seguir con vida…
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